Este verano pasé unos días en
Italia, concretamente en el Lago de Garda, gracias a que mi amigo Lenny me
ofreció su casa. Estando allí pensé que, dada la proximidad de mi cata, podría enfocarla dándonos un paseo por los
caldos del país de la bota. Desgraciadamente, cuando empecé a informarme de las
zonas vitivinícolas y su clasificación, de las diferentes variedades y de la
cantidad de vinos en este país, decidí descartar esta opción. Sí, me sentí
incapaz de poder presentar una cata de la calidad que mis compañeros se
merecen. Pero una vez en casa, comencé a madurar la idea de una cata centrada
en dos zonas italianas, bien diferenciadas por diferentes motivos: clima, altitud, variedades, suelo e incluso
históricamente diferentes. Así fue como escogí para mi cata una comparativa
entre el Piamonte y Sicília.
Lo primero que resalta en Italia
es el caos que la rodea, ese glamuroso desorden que se refleja en todos los
aspectos de la gente italiana. Tienen más de 900.000 viñedos registrados, 20
regiones vinícolas, más de 1.000 variedades de uva, una clasificación que va de
los Vini di Qualità Prodotti in Regioni Determinate (VQPRD) a la Indicazione
geografica típica (IGT), pasando por la Denominazione di origine controllata e
garantita (DOCG) y la Denominazione di origine controllata (DOC). De estas dos
últimas, las más parecidas a nuestras
DOQ y DO, existen 21 y más de 300 zonas
registradas respectivamente.
Empezamos tomando un Spumante, aunque
no fuera de las zonas escogidas, Le Colture
de Cruner, basado en la variedad Glera,
la también conocida como Prosecco. Es
curioso que muchos Spumantes, a diferencia de los Champagnes o Cavas, se
fabrican con el sistema Charmat, que consiste en realizar la segunda
fermentación en depósitos de acero cerrados en lugar de hacerlo en la botella,
tal y como se hacen los espumosos que
acostumbramos a tomar. Las principales diferencias gustativas entre este
Spumante y los habituales cavas que tomamos, radican en una menor agresividad
del carbónico y una falta de matices de pastelería o bollería.
El Piamonte, a los pies de los
Alpes, es la zona de Italia junto con la Toscana más famosa por sus vinos.
Destaca, sin duda, por encima de todos El Barolo,
el vino de Reyes y el Rey de los vinos, como se le conoce y que se hace con la
uva Nebbiolo. A parte de él, el Barbaresco de la zona del Langhe, y el
Barbera de’Alba, que se hace con la
uva Barbera, son los más conocidos.
En cuanto a los blancos, la Moscato d’Asti
es la más representativa. De esta zona, probamos 3 vinos de la bodega Paolo
Scavino: Barbera d’Alba 2007, Langhe Nebbiolo 2007 y Cannubi 2006. De esta
DOCG, la Cannubi, justo en la cresta
de la colina del mismo nombre salió al mercado el primer Barolo allá por el
1850.
De Sicília, la isla volcánica del
Etna, con su suelo de restos de lava y piedra caliza, sus bellos paisajes y sus
zonas soleadas, sobresalen los vinos dulces; de ellos, el Marsala es el más importante. Puesto que la
cata era de tintos, seleccioné monovarietales de las uvas más representativas,
concretamente fueron: Jeudi 15 añada
del 2010, de la bodega Vino di Anna con la variedad Nerello Mascalese; de la bodega Occhipinti, Il Frappato 2011, con la variedad del mismo nombre; y Santa
Cecilia 2008 de la casa Planeta, -una
de las bodegas más importantes de la DOC-
con la variedad Nero d’Avola.
La cata se realizó a ciegas, y
con el objetivo simplemente de acertar los tres vinos del norte y los tres vinos del
sur. Una prueba que, aunque parecía sencilla, sólo fue completada con éxito por
Alberto y Raúl.
Para finalizar la cata, y
posterior a la cena, probamos dos dulces de Sicília. Un Marsala Vecchi Semperi, con la variedad Grillo, que realiza la
crianza con el método Perpetua, parecido a las Soleras españolas. Y también un
Bukkuram de la bodega Marco de Bartoli, Passito de Pantelleria, en referencia a
la pequeña isla al oeste de Sicília famosa por su vino, hecho con uvas Zibbibo,
y elaborado de forma que dejan que el 50% de las uvas se sequen al sol y las
uvas restantes maduren en la planta hasta septiembre. Una vez que la
fermentación se ha iniciado, se añaden las uvas previamente secadas al vino
base y se deja macerar durante unos tres meses, hasta que el equilibrio entre
el alcohol y el contenido de azúcar residual es alcanzado.
Como resumen de nuestra
valoración, triunfaron principalmente el Barolo Cannubi y el Nero d’Avola Santa
Cecilia, uno de cada zona. El primero por su fuerza, su potencia y su marcada
frutosidad, y el segundo por su estructura mucho más parecida a los vinos
españoles. Evidentemente, y como no podía ser diferente, pasamos una velada
fantástica.
Salute!
2 comentarios:
¡Muchas gracias por mencionarnos! esperamos que ambos vinos del Sur le han gustado y que han dado con sus expectativas. Un saludo
Marilena Leta
por Bodega Marco De Bartoli
Gracias a vosotros Marilena por hacer vinos como éstos ;-)
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